miércoles, 12 de diciembre de 2012

La verdad sobre el cambio climático

La Tierra se formó, según las últimas investigaciones científicas más contrastadas, hace 4.600 millones de años. Por aquel entonces la temperatura en la superficie era de 4.000 ºC y aunque el agua y los mares se formaron hace 3.500 millones de años la atmósfera compuesta casi en su totalidad de CO2 hacia totalmente imposible la vida. De hecho, si algún ser humano hubiera poblado esta primigenia Tierra antes que asfixiado hubiera muerto aplastado por la gran presión atmosférica en la superficie del planeta.

No es hasta hace 600 millones de años cuando empiezan a generarse las primeras plataformas continentales de granito mineral, menos pesado y mas resistente que la placa basáltica de la superficie creada por erupciones volcánicas que hasta esa fecha dominaban toda la superficie terrestre.

Las aguas someras aledañas a estas plataformas continentales permitieron la vida de unas microalgas llamadas estromatolitos que empezaron a realizar la fotosíntesis eliminando CO2 del agua del mar y generando oxígeno que primero se disolvió en los océanos y más tarde paso a la atmósfera que hoy conocemos.

La creación de la capa de ozono en estos tiempos permitió proteger la vida fuera del mar de la radiación ultravioleta solar. Además el campo magnético terrestre desvíaba parte de esta radiación preservando la atmósfera de una destrucción segura a causa de los vientos solares.

La vida aflora tanto en el mar como en tierra aunque se producen, al menos, dos extinciones masivas, una en el Pérmico hace 250 millones de años y otra en el Cretácico hace 65 millones de años. Durante estos años la explosión de vida en la Tierra fue espectacular aunque las temperaturas llegaron a ser hasta 6 ºC superiores a las actuales.
 
Durante los últimos dos millones de años se han configurado los continentes, como actualmente los conocemos, originando corrientes oceánicas con unas características específicas que traen consigo periodos de glaciaciones de aproximadamente 100.000 años, en los cuales la mitad de este tiempo el planeta sufre una glaciación importante que se alternan con periodos más calidos. Esta última época se ha denominado Pleistoceno y los últimos 10.000 (apogeo del ser humano) Holoceno.

Por lo tanto, la temperatura media de la Tierra ha pasado de los 4.000 ºC a -45ºC, existiendo periodos muy fríos que se han alternado con otros muy cálidos y sólo cuando se han producido una serie de condiciones muy específicas ha podido prosperar una especie tan delicada como la nuestra. No obstante, somos la única especie animal, de la que se tiene constancia, que ha sido capaz de alterar de forma significativa el equilibrio atmosférico en el periodo que le ha tocado vivir, muy corto por cierto.

Tenemos que tener presente que este delicado equilibrio no se mantendrá de forma indefinida en el tiempo y que un clima algo más cálido o algo más frío no es importante para el planeta, que está acostumbrado a variaciones térmicas descomunales, pero si para nuestra especie.

Por este motivo y si queremos llegar, al menos, a la próxima glaciación (dentro de unos 50.000 años) debemos mantener el delicado equilibrio que nos ha permitido nacer y crecer en este maravilloso y raro planeta.

La utilización de sistemas energéticos renovables es una de las grandes soluciones a los desequilibrios térmicos que estamos originando cambiando las proporciones de gases presentes en la atmósfera terrestre, sin lugar a dudas el elemento más frágil e importante del planeta Tierra.

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