La nueva economía basada en el hidrógeno.
La forma de distribuir la energía en el futuro es lo que conocemos como generación distribuida. Esta forma de distribución respondería a los problemas de coste y abriría el ansiado nuevo camino que terminará de liberarnos de la era de los combustibles fósiles.
Este sistema invierte totalmente la lógica convencional de la distribución de la electricidad. En el siglo XX y durante lo que va de siglo XXI, la electricidad se ha generado en grandes centrales eléctricas, luego se ha transmitido por líneas de alta tensión hasta los consumidores finales. La centralización de la electricidad, por tanto, ha originado economías a escala (este efecto se produce cuando el coste medio de producir un bien disminuye, a largo plazo, al aumentar la escala en la que se produce).
Sin embargo, los elevados costes de capital necesarios para construir centrales eléctricas gigantescas y vastas redes de transmisión sólo pueden compensarse dejando que las compañías controlen todo el mercado regional.
El Estado ha intervenido apropiándose del servicio de suministro eléctrico a la población. En algunos casos se han regulado el servicio mediante concesiones a empresas privadas, pero con regulación estatal como un monopolio natural.
La centralización en la generación de energía eléctrica comenzó a recibir duras críticas en la década de los setenta. En los últimos años estas criticas se han generalizado, el gran tamaño de las mismas las convierte en disfuncionales a la hora de enfrentarse a todo nuevo tipos de problemas, como el drástico aumento del coste de la energía derivado del embargo petrolero árabe y las subidas de precios decretadas por la OPEP, así como el más grave problema originado por las emisiones de CO2.
La fuerte presión pública hizo que en 1978 el Congreso de los Estados Unidos aprobara la Ley Reguladora de los Servicios Públicos, con el objeto de encontrar nuevas formas de ahorrar energía. Esta legislación se diseñó, sobre todo, para fomentar la extensión de la cogeneración.
La desregulación del mercado del gas natural llevó a un descenso de los precios de este combustible y estimuló nuevos avances en el campo de la generación de electricidad con gas natural. Las nuevas turbinas de gas tenían una buena relación coste-eficiencia para potencias iguales o inferiores a los 100 megavatios y requerían una inversión de capital muy inferior a las plantas nucleares o de carbón de 1.000 megavatios convencionales. Otra ventaja añadida para las nuevas centrales de gas era que requerían menor tiempo de instalación y eran más fáciles de mantener.
Ante esta situación apareció una nueva generación de pequeños productores que ponía en entredicho la producción única por parte de grandes productores amparados por el gobierno y justificados por la teoría económica que definía su actividad como “monopolio natural”.
La realidad era que la producción de electricidad se estaba haciendo cada vez más barata y versátil. Por lo tanto, y de forma más que justificada, la opinión pública exigía una nueva forma de competencia, así como modelos de distribución de electricidad acorde con los tiempos.
Además, de todas las circunstancias anteriores, el sector eléctrico de los países industrializados se ha cargado con dos grandes pasivos. El primero de ellos viene derivado de las desinversiones realizadas en las centrales nucleares que se van quedando obsoletas. El coste social que provocan tanto la disminución de la producción como el desmantelamiento de estas centrales, unido al segundo problema que se enfrenta el sector, que es el coste de mantenimiento de todas las instalaciones y de las redes de distribución que se deterioran a gran velocidad, hace que los problemas en el suministro comiencen a generalizarse en todos los países.
Los apagones, bajada y cortes de tensión se hacen más frecuentes, siendo los clientes los que tienen que soportar los periodos de inactividad. En el caso de España tenemos muy reciente los dramáticos acontecimientos que durante este verano han mantenido a parte de la población catalana sin suministro eléctrico. No obstante, podemos encontrar ejemplos similares a nivel planetario. Los monopolios naturales tienen cada vez menos amigos dispuestos a defender su estatus especial, justo en el momento en que comienzan a aparecer nuevos productores energéticos independientes que les disputan los clientes.
La desregulación alcanzó su punto máximo durante los mandatos presidenciales de Ronald Reagan y George Bush en Estados Unidos y los de Margaret Thatcher y Helmut Kohl como primeros ministros de Reino Unido y Alemania respectivamente. La industria energética se vio afectada profundamente. Más tarde, en 1992, la Ley de Política Energética de Estados Unidos abría el mercado eléctrico a la competencia. Los productores independientes comenzaron a crear problemas a los grandes gigantes con la introducción de tecnologías de pequeño alcance para servir a mercados especiales. Había nacido la era de la generación distribuida.
Esta expresión hace referencia a un conjunto de pequeñas plantas generadoras de electricidad situadas cerca del usuario final, o en su mismo emplazamiento, y que pueden bien estar integradas en una red o bien funcionar de forma autónoma. Los usuarios van desde viviendas domésticas hasta grandes empresas.
Los pequeños motores alternativos alimentados de gas natural o combustible diesel son las tecnologías más difundidas en la actualidad. Aunque en los últimos años están adquiriendo gran desarrollo el uso de placas solares y pequeños aerogeneradores para producir la electricidad. Las calderas alimentadas con diversos recursos biomásicos, también están adquiriendo gran importancia.
La forma de distribuir la energía en el futuro es lo que conocemos como generación distribuida. Esta forma de distribución respondería a los problemas de coste y abriría el ansiado nuevo camino que terminará de liberarnos de la era de los combustibles fósiles.
Este sistema invierte totalmente la lógica convencional de la distribución de la electricidad. En el siglo XX y durante lo que va de siglo XXI, la electricidad se ha generado en grandes centrales eléctricas, luego se ha transmitido por líneas de alta tensión hasta los consumidores finales. La centralización de la electricidad, por tanto, ha originado economías a escala (este efecto se produce cuando el coste medio de producir un bien disminuye, a largo plazo, al aumentar la escala en la que se produce).
Sin embargo, los elevados costes de capital necesarios para construir centrales eléctricas gigantescas y vastas redes de transmisión sólo pueden compensarse dejando que las compañías controlen todo el mercado regional.
El Estado ha intervenido apropiándose del servicio de suministro eléctrico a la población. En algunos casos se han regulado el servicio mediante concesiones a empresas privadas, pero con regulación estatal como un monopolio natural.
La centralización en la generación de energía eléctrica comenzó a recibir duras críticas en la década de los setenta. En los últimos años estas criticas se han generalizado, el gran tamaño de las mismas las convierte en disfuncionales a la hora de enfrentarse a todo nuevo tipos de problemas, como el drástico aumento del coste de la energía derivado del embargo petrolero árabe y las subidas de precios decretadas por la OPEP, así como el más grave problema originado por las emisiones de CO2.
La fuerte presión pública hizo que en 1978 el Congreso de los Estados Unidos aprobara la Ley Reguladora de los Servicios Públicos, con el objeto de encontrar nuevas formas de ahorrar energía. Esta legislación se diseñó, sobre todo, para fomentar la extensión de la cogeneración.
La desregulación del mercado del gas natural llevó a un descenso de los precios de este combustible y estimuló nuevos avances en el campo de la generación de electricidad con gas natural. Las nuevas turbinas de gas tenían una buena relación coste-eficiencia para potencias iguales o inferiores a los 100 megavatios y requerían una inversión de capital muy inferior a las plantas nucleares o de carbón de 1.000 megavatios convencionales. Otra ventaja añadida para las nuevas centrales de gas era que requerían menor tiempo de instalación y eran más fáciles de mantener.
Ante esta situación apareció una nueva generación de pequeños productores que ponía en entredicho la producción única por parte de grandes productores amparados por el gobierno y justificados por la teoría económica que definía su actividad como “monopolio natural”.
La realidad era que la producción de electricidad se estaba haciendo cada vez más barata y versátil. Por lo tanto, y de forma más que justificada, la opinión pública exigía una nueva forma de competencia, así como modelos de distribución de electricidad acorde con los tiempos.
Además, de todas las circunstancias anteriores, el sector eléctrico de los países industrializados se ha cargado con dos grandes pasivos. El primero de ellos viene derivado de las desinversiones realizadas en las centrales nucleares que se van quedando obsoletas. El coste social que provocan tanto la disminución de la producción como el desmantelamiento de estas centrales, unido al segundo problema que se enfrenta el sector, que es el coste de mantenimiento de todas las instalaciones y de las redes de distribución que se deterioran a gran velocidad, hace que los problemas en el suministro comiencen a generalizarse en todos los países.
Los apagones, bajada y cortes de tensión se hacen más frecuentes, siendo los clientes los que tienen que soportar los periodos de inactividad. En el caso de España tenemos muy reciente los dramáticos acontecimientos que durante este verano han mantenido a parte de la población catalana sin suministro eléctrico. No obstante, podemos encontrar ejemplos similares a nivel planetario. Los monopolios naturales tienen cada vez menos amigos dispuestos a defender su estatus especial, justo en el momento en que comienzan a aparecer nuevos productores energéticos independientes que les disputan los clientes.
La desregulación alcanzó su punto máximo durante los mandatos presidenciales de Ronald Reagan y George Bush en Estados Unidos y los de Margaret Thatcher y Helmut Kohl como primeros ministros de Reino Unido y Alemania respectivamente. La industria energética se vio afectada profundamente. Más tarde, en 1992, la Ley de Política Energética de Estados Unidos abría el mercado eléctrico a la competencia. Los productores independientes comenzaron a crear problemas a los grandes gigantes con la introducción de tecnologías de pequeño alcance para servir a mercados especiales. Había nacido la era de la generación distribuida.
Esta expresión hace referencia a un conjunto de pequeñas plantas generadoras de electricidad situadas cerca del usuario final, o en su mismo emplazamiento, y que pueden bien estar integradas en una red o bien funcionar de forma autónoma. Los usuarios van desde viviendas domésticas hasta grandes empresas.
Los pequeños motores alternativos alimentados de gas natural o combustible diesel son las tecnologías más difundidas en la actualidad. Aunque en los últimos años están adquiriendo gran desarrollo el uso de placas solares y pequeños aerogeneradores para producir la electricidad. Las calderas alimentadas con diversos recursos biomásicos, también están adquiriendo gran importancia.
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Vector energético: Elemento o compuesto producido de forma artificial capaz de almacenar energía para su posterior consumo.
Por lo tanto, los vectores energéticos no se encuentran disponibles en la naturaleza como pueden estarlo las fuentes de energía, siendo necesaria la mano del hombre para generarlos.
Entre los ejemplos más habituales de vectores energéticos tenemos el hidrógeno, las gasolinas y gasóleos, los gases licuados de petróleo GLP (Butano, Propano, etc.), los biocombustibles (biodiesel y bioetanol) y la electricidad.
Por lo tanto, los vectores energéticos no se encuentran disponibles en la naturaleza como pueden estarlo las fuentes de energía, siendo necesaria la mano del hombre para generarlos.
Entre los ejemplos más habituales de vectores energéticos tenemos el hidrógeno, las gasolinas y gasóleos, los gases licuados de petróleo GLP (Butano, Propano, etc.), los biocombustibles (biodiesel y bioetanol) y la electricidad.
2 comentarios:
Hola, soy Fiorella de Peru estoy interesada en recibir todo tipo de informacion sobre GENERACION DISTRIBUIDA, espero recibir respuesta, muchas gracias...mi correo es fiore_2506@hotmail.com
Estimada Fiorella, puedes consultar periódicamente el blog. También puedes suscribirte al mismo y cada vez que se produzca una actualización recibirá un correo electrónico con la última aportación realizada.
Un saludo
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