La noticia es buena, sin lugar a dudas. La gran crisis económica que atravesamos se une a la energética que de forma cíclica asoma sus dientes cuando menos lo esperamos. Solo el gran parón en la actividad industrial de medio mundo nos da un pequeño respiro en cuanto a los precios que tenemos que pagar por el uso de los combustibles fósiles. No obstante, todos sabemos que esta situación es totalmente transitoria y el fantasma de los 200 dólares el barril de petróleo volverá a volar sobre nuestras cabezas mas pronto que tarde.
En palabras del propio Obama, España está llamada a liderar el cambio en el modelo energético actual. En la reunión que tiene pendiente el líder norteamericano con el presidente del gobierno español se debatirá seguro sobre esta situación. La gran revolución industrial que en el siglo XVIII surgió en Gran Bretaña permitió que este país "gobernara" el mundo durante un gran número de años. Los resultados de este gobierno que se extendió a otros países europeos son aun patentes: gran inestabilidad en las antiguas colonias, miseria y marginación. El crecimiento de estas colonias, primero y países independientes después, quedo estancado en favor del desarrollo de los países occidentales.
La nueva revolución, que también está produciéndose en occidente, debe ser más justa y solidaria, sin que ello implique renunciar al crecimiento económico para los países occidentales. La utilización de recursos naturales no requiere ahora una gran concentración para que puedan ser utilizados de forma eficiente (en todas partes del mundo existe viento, agua, sol y biomasa de forma conjunta o separada). Esta dispersión permitiría que cada país utilizara sus propios recursos naturales para producir la energía que necesita, haciéndose más independiente del resto.
Las energías renovables tienen la ventaja de articular un nuevo modelo energético que permite que el crecimiento económico sea global y no local como ha venido sucediendo tradicionalmente.
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